viernes, 4 de septiembre de 2015

Universo in-finito



La energía transformadora del Universo, nos envuelve con su poderosa gratitud. Nos elige y nos persigue. Nos permite resbalar, nos observa con su sabiduría y nos tiende una mano. En la caída perdemos equilibrio, ganamos conciencia y así nos acercamos a nosotros mismos. 
En el transcurso de ese maravilloso camino, algunos observan, evalúan los posibles escenarios, deciden y actúan. Otros simplemente admiran la grandeza de la incertidumbre, que pertenece al misterio mismo de la vida en la que se depositan todos nuestros miedos. Aquellos viven. Los otros, están vivos.
La realidad de la finitud de la vida es olvidada. En ocasiones la ilusión omnipotente del ser eterno, nos mantiene a ciegas, nos obnubila. Por ella perdemos de vista el objetivo. Perdemos el norte y la luminosidad de nuestras propias conciencias no alcanza para hallar el camino de vuelta. Asusta y determina. Permanece silenciosa en nuestros cuerpos. Se ríe a carcajadas sigilosas, imperceptibles. Nos vigila, nos ve pasar corriendo, llevándonos por delante todo cuanto podamos para ganar tiempo perdido. Nos contempla azorada, incrédula de lo que somos capaces de ignorar. 
La inmortalidad es un bien preciado. Es un escudo invisible para aquellos que temen. Es un deseo imposible para las ambiciones del ego y un horizonte lejano para el tiempo pasado.
No creo ciegamente en la existencia de un sinfín. El Universo, sin embargo, despierta mi curiosidad atontada, desvela mis pensamientos mundanos y adormece mi anhelo de perpetuidad.
Adiós inmortalidad - bienvenido Universo.