viernes, 21 de junio de 2019

Barceloneta

Y en una nota más 
Me pregunto qué va a pasar cuando me vaya. 
Mis amigas son mi familia. Y cada una de ellas tiene su familia. 
Me extrañarán?
Es posible. 
Seré la misma irónica ácida pseudo graciosa de siempre cuando vuelva?
Lo dudo. 
Me querrán incondicionalmente como siempre desde hace más de 20 años? 
Lo dudo. 
Me querrán más por atravesar mis barreras autoimpuestas y vencer esos miedos que hacen que me amen incondicionalmente hace más de 20 años?
Es probable. 
Me querrán distinto y se adaptarán a mi en ese momento? 
Seguro.
Y seguro ya sabemos dónde está... pero ese día tendrá transitorias. 
Y con eso me voy. Y parto un tiempo. 
Y no espero nada. 
Me subo a ese avión y me duermo. 
Y me esperan. Allá y acá. 

miércoles, 19 de junio de 2019

Fue un abrazo. De bar-boliche 5 am. 
Un abrazo borracho que me salvó de un empujón. 
Todo alrededor literalmente se detuvo. No hubo más ruido. La música era lejana y la luz se volvió tenue. La gente desapareció y el tiempo se hizo humo. 
Eso fue todo lo que necesité para saber. 
Pero de saber a hacer hay un mar de distancia. Y yo no soy de hacer, precisamente. Más bien de ver y entender sin mucha más acción que esa. 
Se aprende de las experiencias, que son aquellas cosas que ya sucedieron. Que nos pasaron. Y que no nos van a volver a pasar. 
Al día siguiente se fue temprano. 
Una despedida seca y sin mucho esfuerzo. 
En mi balanza imaginaria y prejuiciosa volví a poner todo aquello que antes había acomodado de tal manera que su resultado fuera negativo. 
Y la balanza no se movió. En cambio apareció un cartel, también imaginario, con un mensaje que me decía que deje de nadar en contra. Que el mar es sabio y que el mar te lleva. 
Y extrañada agarré la balanza y la encerré en un lugar secreto bajo llave. 
Pero ese abrazo hacía ruido. Mucho ruido. 
Y un día le pregunté que haría si me fuera. Y me respondió que me enviaría postales. Porque él es así. Un clásico romántico de los 50s que te deja sin aire al final cuando te das cuenta que los protagonistas no terminan juntos. 
Quise volver el tiempo atrás. A esa discusión banal por un te quiero no dicho. A ese viaje en auto en silencio. A ese vino sin terminar. A esa despedida insulsa e iracunda. 
Pero ya vemos que eso es imposible. Y que lo posible es lo que duele. 
Que la experiencia es ese pinche tirano al que no podemos controlar. 
Que crecer a destiempo es tragicómico. 
Que aprender a veces puede llegar tarde.