echaba a rodar la primera piedra
esa que sería el puntapié inicial para la avalancha que se avecinaba.
en el silencio del abismo
una nube inquieta que no se decidía entre quedarse o partir
anticipaba un aguacero
que bien podría haber sido un fiel reflejo
de las más recónditas mentes
esas que solo sienten cuando se lo permiten
porque sentir no corresponde
y pensarlo todo es su deber.
el verde horizonte se alejaba
y mi mirada se acomodaba en su exacto punto salvavidas.
así me desperté de un sueño
en el que una ola me encerraba y me hacía rodar
como esa piedra que anticipaba una avalancha
y me enseñaba que la vida es un instante