Te voy bajando del pedestal.
No sos más que un simple mortal. 

¿Quién dijo que no podías ser la medida de mi tiempo?

así

Me acomodo en tu pecho
me besas
        tranquilo
        amoroso
suspiras 
me abrazas
y solo deseo
que el tiempo
no exista. 

Hoy

Escuché tu voz
y no me desarmé
porque te predije
porque sos una obviedad, 
ya lo dije.

Escuché tu voz
y no me desarmé
porque me devolví el poder
            de destruirme
que te di aquella mañana.

Caminas tan rápido
tan solo
que no me bastarían
mil vidas
para alcanzarte

Se perdió en la ilusión
de las sábanas mojadas
de amor aquella tarde
en la que ardía el aire

Ya no temo a la sombra
que me devuelve el espejo

Pasa

Te desentierro
cada vez
        con más frecuencia y
con menos ganas

Me diste la mano 
y se abrasó mi pecho