Si te escribo, te pienso. 
Si te pienso, te imagino  
Si te imagino, te echo de menos.
Si te echo de menos…
Te quiero

Le escribo a los miedos, a la lucha, al desvelo. 

Aunque no soy mis miedos, luchas, desvelos. 

Soy eso y un poco más también. 

De risa fácil y poco atenta. 

Afortunada. 

Muy afortunada. 

Arrancar un nuevo proceso...
qué doloroso, me había olvidado. 
Ese horroroso recuerdo

escondido 

debajo de mi memoria alfombra

despierta de nuevo el miedo

el terror que te tenía 

el asco que me dabas

los infantes veranos 

teñidos de mugre y llenos de miedos.

Qué asco

qué asco

qué asco. 

No, 

yo no te perdono, 

aún. 

No te disculpo,

porque sentirme especial 

ha dejado mella

me ha hecho insensible

me ha llevado a elegir

seleccionar

escoger

figuras siniestras

como la tuya. 

Desmayarme y perder la consciencia. 

Qué asco que sea por vos. 

Qué suerte que estás tres metros bajo tierra. 

El mundo no se merece tu existencia. 

Ninguna niña se merece tu existencia. 

Ni vos, 

siniestro, 

te merecías tu existencia. 

 

 

Cerrando heridas.

Escuece la herida en la sal,
palabra que hoy te recuerda,
por asociación ilícita con ella.
Me aterroriza tu imagen
que es la sombra 

de mi infierno en carne viva

Vampirizaste lo que quedaba de mis huesos
y manchaste con mierda la poesía.
Te veo en cada grito 

la música es un ruido insoportable. 
Oscuro, 
Siniestro,
Repulsivo...
Palabras que a tu lado son deseo

que en tu espejo son de cielo. 

Vampirizaste lo que quedaba de mis huesos

y llenaste de basura mi memoria. 

Vampirizaste

lo que quedaba de mis huesos

y vaciaste 

de emoción al desamor.