viernes, 19 de agosto de 2016

Extaño su abrazo. 
Su mirada cálida que no dice nada,
más que aceptarme tal cual soy. 

Con mis defectos reales. 
Con mis virtudes ficticias.
Con mis vaivenes mentales. 
Con mis verdades más crudas. 

Sabe todo.
Todo sobre mi yo y todo sobre mi otro yo que no quiere aparecer. 
Todo sobre ese yo de mi persona que quiero esconder. 
Todo sobre ese ser horrible que aparece de vez en cuando. 

Me dejó sin derramar una lágrima. 
Porque llorar no está en su esquema. 
Porque llorar es para el humano. 
Para el hombre de a pie. 
Porque sentir es para el que no piensa. 
Porque llorar es para el débil, para el que no conoce las verdades de este mundo frío y consumita. 
Y él no pertenece. 
Él hipoteca su existencia por un futuro mejor. 

Me observó con ojos de vida. 
Me tendió su mano sincera y lo dejé ir. 
Y lo extraña mi cuerpo. 
Mi mente inquieta. 
Mis ojos de niña triste 
Que él abrazó sin juzgar. 
Sin dar lugar al qué dirán. 

Me lo anticiparon. 
Me avisaron con tiempo. 
Él da lo que da. 
Lo que no quiere, no lo da.
Y no lo creí. 
Mi soberbia me jugó una mala pasada. 
Y así fue. 
Su verdad me llenó de vida. 
De integridad. 
Sagaz. Concreto. Sincero. Eterno. 





martes, 16 de agosto de 2016

Bian, como por arte de magia

A veces quiero escribir todo lo que pienso.
Empiezo. Borro. Vuelvo a empezar. Vuelvo a borrar. Y así en un loop hasta que me encuentro escribiendo lo que creo que quiero pensar y no tanto lo que quisiera poner en palabras.
Es una obsesión que tengo. Paso gran parte del día pensando en qué es lo que pienso. Debe ser que así siento que no muero, porque "pienso, luego existo" (obviemos la literalidad).

Mientras escribo esto, me interrumpe el sonido del celular: es una amiga que me manda un audio que me hace llorar - de nuevo, literalmente - de risa.

Hablando de sincronicidad (?), esta amiga es una gran amiga. Es como si la frase "lo bueno viene en frasco pequeño" haya cobrado vida en ella. En este caso el frasco es tan pequeño que a veces me pregunto cómo entra en ese cuerpo un corazón tan grande. De inteligencia suprema, de palabras exactas y miradas profundas. Es una mujer valiente, que está siempre un paso adelante, siempre mirando un poco más allá y empujando a que uno también lo haga. Su vida es como un cuento. Tiene una familia maravillosa (eso explica muchas cosas) y un alma (que yo considero) vieja. Una sabiduría antológica, de esas que son difíciles de entender a primera hojeada. Una trotamundos revisora de culturas y sueños. Es la definición de compañera.
Hay pocas personas en el mundo que me conocen tanto como ella. Sabe cosas de mí que yo a veces olvido. Por suerte no me las recuerda, porque son cosas que no le contaría a cualquiera. Sin embargo ella me escucha y me dice: y bueno, así es la vida, dejá de hacer cagadas y mirá para adelante, dejate de joder. Y le hago caso (me dejo de joder, las cagadas las hago igual).
Me gusta escribir sobre ella, porque me hace bien. Es una caricia al alma saberla cerca, saber que entiende perfecto cómo funciono, y que no tengo que disimular mi desfachatez mental con tal de que no me consideren una loca. Con ella me he reído mucho y he llorado otro poco. Con ella estoy cómoda, es uno de mis lugares en el mundo, llena de paz y armonía. Es de las pocas personas que está donde quiere estar, a pesar de que ella se etiquete en cuestiones ajenas a su esencia.
Pensando, de nuevo, en todo lo que hemos compartido, me da un poco de melancolía y satisfacción saber que el tiempo que nos quede, lo pasaremos juntas, acompañándonos como podamos, desde donde sea que estemos.

martes, 2 de agosto de 2016

Animarse a más. 
Volar. 
Crecer. 
Compartir pensamientos sin miedo. 
Demostrar sentimientos. 
Dejar salir. 
Dejar ir. 
Amar con el cuerpo y no con la mente.