domingo, 11 de octubre de 2009

Miseria

La gota colmó el vaso.
Gotas de sal
que caen,
sin cesar…
Sin pedir permiso.
Sin disculparse siquiera.

No merece la pena
manchar el nombre
ensuciarlo,
destruirlo.
No merece la pena
el descuido
la tristeza,
el dejar de ser
por tener.
No merece la pena.

Cuan larga la nostalgia,
Tan grande el desgano.
Tanto recuerdo,
encerrado en el tiempo,
bajo llave,
enredado en la soledad
de compartir la vida con alguien.

Miles y miles de razones
para recordar
y saber,
para creer
sin conocer.
Miles de razones,
para hacer eterna una historia
infinita
vacía
y oscura.
El letargo no lo libera,
lo sigue en todo su andar.

No merece la pena,
Manchar esa memoria
Tan adentro,
Tan mía,
Tan nuestra.
Lo suyo
no es más que agonía,
un sinsabor desolado,
descuidado y marchito.

No merece la pena,
Desde ya que no…
Desde siempre
Y hasta nunca.

La gota inunda,
desafía
aquella extrema ley de gravedad.
Dispuesta en un tiempo y espacio,
exentos de margen
repletos de dudas.

Un océano de luces,
Trayectos desconocidos,
por demás peligrosos,
pensamientos virtuales,
azarosas rupturas.

No merece la pena.
Desde ya que no…

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