jueves, 22 de abril de 2021

Asociación -no tan- libre

Es increíble. Sigue lloviendo. Olvidé hace cuánto tiempo no termino empapada por no haber tenido un paraguas a mano. Nunca me gustó caminar bajo la lluvia. Qué raro es extrañar algo que nunca me gustó. A pesar de haberlo intentado, no pude verle el romanticismo y, mucho menos, cuando el destino en ese trayecto no era mi casa. Me gusta la lluvia, sí. Aunque inevitablemente pienso en la ecuación “lluvia = inundación” porque, ante todo, fatalista. 

No sé bien hace cuánto estamos así. Sólo sé que hace cuatro días que no fumo. Y que me creció el pelo y me volví a peinar. También descubrí nuevas obsesiones. O quizás ya existían, sólo que ahora las reconozco. 

Miro mi farol. A través de su horrible luz naranja se ven las gotas que, apuradas, van en caída libre hacia la nada. Me interpela. Me recuerda que mi vocación implica pensar. Y mi pensamiento espiralado siempre termina en el mismo lugar. El recorrido a velocidad luminosa que hace la asociación libre suele ser distinto cada vez. Hoy fue: 

Ventana. 

Tejas. 

Techos. 

Chimeneas. 

Liam Neeson. 

Jorge. 

Jaz. 

Mar del Plata. 

Cariló. 

Vos. 

Ruta. 

Arte. 

Silencio. 

Rothko. 

Rusia. 

Messi. 

Barcelona. 

Vos. 

Me distrajo una sensación extraña. Es una mirada fija. Tengo el presentimiento de que hace tiempo está ahí. Va y viene moviendo su cola blanca y salta de la cornisa a la copa del árbol y de ahí al asfalto. Debe ser la única gata a la que le gusta mojarse. No es la primera vez que nos vemos. A veces la saludo. Hoy también. Le puse de nombre Greta. En mi otra vida fui la musa de los hermanos Grimm.